microbiota y cerebro
Actualmente la ciencia está desvelando la importancia de las relaciones entre los órganos y sistemas y la interdependencia de unos con otros en el funcionamiento del organismo, y sobre todo, la necesidad de un equilibrio entre todos ellos.
Esto se ha convertido en una auténtica revolución, ya que hasta hace no mucho el cuerpo humano se estudiaba “por parcelas”, pero no se prestaba atención a las relaciones. Gracias al nacimiento de psiconeuroinmunología o el desarrollo de la microbiología, hoy os podemos hablar de un tema muy suculento: la relación entre el intestino y el cerebro y cómo afecta a nuestra salud.
Para ello, tenemos que traer a escena a la microbiota, que es el conjunto de microorganismos (bacterias, hongos, virus y levaduras) que vive y trabaja en nuestro interior.
Ahora sabemos que necesitamos que estos microorganismos habiten nuestro cuerpo, pero más importante aún, necesitamos que vivan en equilibrio. Entonces, si hay un exceso de población para algunos y un déficit para otros, se generarán descompensaciones, que afectan a la totalidad del organismo…¡Alucinante!
El 90% de toda la microbiota se aloja en el intestino, por eso cuando hablamos de microbiota acudimos rápidamente a él. El intestino tiene un papel fundamental en la producción de los neurotransmisores (las moléculas que permiten el paso de información entre las neuronas facilitando la comunicación cerebral) sobre todo de la serotonina (conocida hormona de la felicidad) que está tan involucrada en la regulación del estado de ánimo.
“En este eje la relación es bidireccional: el equilibrio de la microbiota influye en el estado cognitivo, emocional, en el comportamiento y en el funcionamiento del sistema inmune y viceversa, si bien los últimos estudios muestran que la vía ascendente (la que va del intestino al cerebro) es más determinante que la descendente”.
Para que veas la importancia de esto, actualmente se están realizando numerosos estudios para averiguar cómo influye nuestra dieta en la predisposición a desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el Alzeheimer.
Con esta breve explicación, queremos evidenciar, desde el lado más científico, la importancia del equilibrio y de la interdependencia cuando hablamos de salud. Lo interesante de esto es todo lo que podemos hacer, desde el conocimiento, para tomar una parte activa en la construcción de nuestra salud.
“Desde mi experiencia, la salud no es un “lugar” al que hay que llegar, sino más bien una manera de caminar, es algo que afortunadamente tenemos la capacidad de construir y que tiene mucho que ver con ese proceso de conocernos a nosotr@s mism@s”.
Antes de acabar, quiero ponerte un ejercicio para que pruebes por ti mism@ lo que puedes hacer en el día a día para mejorar esta comunicación. Mira qué sencillo: Te propongo comer atent@ a los sabores, olores…a todo el proceso, ¿Cómo?: mirando el plato y la comida (y no la TV, móvil u ordenador) y concentrarte en saborear, masticar y disfrutar lo que comes ¿Por qué? porque de esta manera la información que le llega a tu cerebro sobre los sabores, texturas…etc. favorecerá la regulación del eje del que te vengo hablando, enviando al intestino un tipo de información que promueve su buen funcionamiento. Habíamos dicho que la vía ascendente influye más pero… en último término ¿quién “decide” lo que comes y cómo lo comes? (pista: empieza por cereb…) Así que ya sabes, para trabajar en nuestra salud necesitamos darle caña al “coco”.
Adriana Aguado.